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El campo mexicano se transforma con innovación regenerativa


Syngenta en México ha implementado estrategias integrales enfocadas a regenerar el sistema agrícola mexicano a través de cuatro prioridades

En México, el campo sigue siendo una pieza clave para la seguridad alimentaria y el desarrollo económico. Millones de familias dependen directa o indirectamente de la agricultura, un sector que ha demostrado su resiliencia frente a crisis sanitarias, climáticas y económicas. Sin embargo, hoy enfrenta desafíos cada vez más complejos: suelos degradados, escasez de agua, baja productividad en cultivos clave y un relevo generacional que avanza lento.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, al 2021 México es el séptimo exportador agroalimentario del mundo, y en 2024, el país produjo más de 286 millones de toneladas de alimentos, lo que confirma su papel estratégico en el panorama global. Sin embargo, no todos los cultivos comparten ese dinamismo: el trigo, el frijol y el sorgo presentan estancamientos históricos, y el maíz blanco apenas creció un 6 % en los últimos 15 años, según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).

A esta situación se suman fenómenos como la sequía, que hasta junio de este año afectaba al 21.8 % del territorio nacional, según datos del Monitor de Sequía de México, y que obliga a repensar la forma en que producimos alimentos. El campo necesita algo más que tradición: necesita ciencia, tecnología y regeneración.

Consciente de este panorama, Syngenta en México ha implementado estrategias integrales enfocadas a regenerar el sistema agrícola mexicano a través de cuatro prioridades: mayor rendimiento, menor impacto, regenerar el suelo y la naturaleza, mejorar la prosperidad rural y operaciones sustentables.

Estas acciones también tienen un impacto ambiental medible: en 2024 se capacitó a más de 26.000 agricultores en prácticas agrícolas sostenibles. Además, se logró intervenir más de 1.2 millones de hectáreas con prácticas regenerativas como coberturas vegetales, control biológico de plagas y rotación de cultivos.

En paralelo, Syngenta impulsa iniciativas y programas de cuidado de suelo y biodiversidad. Según datos de la compañía, gracias a las iniciativas sobre salud del suelo, se ha logrado aumentar la materia orgánica del suelo en hasta un 25 % en algunas parcelas, y se ha incrementado en más de 216 % la presencia de insectos benéficos, como abejas, avispas y catarinas.

Por su parte, el programa Operación Polinizador, que busca a través de refugios de biodiversidad implementados en márgenes no productivas, ya se ha implementado en estados como Jalisco, Michoacán, Puebla, Sonora, Baja California, Sinaloa y Guanajuato, y ha mostrado que con simples acciones, como sembrar franjas florales en espacios cercanos al cultivo, es posible incrementar la biodiversidad útil en un 36 % y mejorar el rendimiento agrícola: en algunos casos, hasta un 37 % más en berries y 25 % más en maíz, de acuerdo con los resultados presentados por Syngenta en su más reciente informe de sostenibilidad.

Las prácticas de agricultura regenerativa son una respuesta concreta a un momento crítico para el campo de hoy y del futuro. Una forma de reconciliar la productividad con la naturaleza, de mirar al campo no como una fábrica de alimentos, sino como parte de la solución para dejar el sistema mejor que como se lo encuentra.

Transformar el agro no empieza en el laboratorio ni en el escritorio. Empieza en el campo, con la voluntad de hacer las cosas distinto y la convicción de que sembrar regenerativamente es la mejor forma de cultivar futuro. La innovación no solo se mide en datos, sino en la posibilidad de que miles de productores tengan acceso a tecnologías innovadoras que resulten en una agricultura más justa, eficiente y sostenible. Y aunque los retos del campo mexicano son grandes, también lo es su capacidad de reinventarse. Hoy, quienes cultivan la tierra también cultivan una nueva forma de habitarla.

Fotografía: https://pixabay.com/



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