El evento conmemora el Día Mundial del Bordado; hay venta de piezas, conversatorios, un documental y música tradicional, en el Museo Nacional de Culturas Populares se reúnen expositores de ocho estados de la República Mexicana, que representan a nueve pueblos originarios
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), invita al público a la feria artesanal “De puntada en puntada. Historia bordada”, un espacio para celebrar el arte textil como testimonio vivo de la diversidad cultural de México.
El encuentro se llevó a cabo en el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP), y reúne a 24 artesanas y artesanos de ocho entidades del país –Aguascalientes, Chiapas, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Puebla y Veracruz–, representantes de nueve pueblos indígenas: amuzgo, ayuuk (mixe), otomí, nahua, tsotsil, tzeltal, mazahua, mixteco y zapoteco.
El objetivo del evento fue difundir y promover los diversos tipos de bordados y tejidos que hay en el país, mismos que se adaptan a los gustos y necesidades del público.
En la inauguración, en el marco de la exposición “Mujer huipil. Urdimbres y puntadas”, estuvieron presentes la jefa de difusión de DGCPIU, Tatiana Maillard, en representación del titular de la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad (UCUVI), Diego Prieto Hernández, y la coordinadora de la Asociación Amigos del MNCP, Alejandra Flores.
Y, en representación de las maestras y los maestros artesanos, las artesanas Pascuala Vázquez de Zinacantán, Chiapas, y Estrella Jiménez de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, quienes invitaron a asistir a la feria, que coincide con la celebración del Día Mundial del Bordado (30 de julio), para conocer y adquirir piezas únicas y originales, que contribuyen al apoyo de las comunidades indígenas artesanas.
Artesanas reunidas hablan de su trabajo
Las y los asistentes encontrarán una destacada variedad de piezas bordadas con técnicas tradicionales y bautizadas con nombres como pepenado, hazme si puedes, punto de cruz, lomillo, costilla de ratón, hilván, relleno, cadenilla, aguja, corazón amarrado, atravesado, entre muchas otras; así como expositores de tejidos en telar de cintura con brocado.
Las técnicas que se utilizaron en la elaboración de las prendas en exhibición han sido transmitidas de generación en generación para su uso cotidiano, ceremonial y festivo, y también como una fuente de ingresos económicos.
La feria revela el profundo significado cultural detrás de cada pieza, “esas flores son el significado de mi pueblo, el lugar de las flores”, comentó la artesana Rosita López, especialista en blusas y vestidos con bordado a ganchillo y aguja chica, y coordinadora del colectivo Ladxidua (Mi corazón) de la comunidad zapoteca del Istmo de Tehuantepec.
Originaria de Puebla, la artesana Inés Castelán destacó que sus diseños reflejan la historia y tradiciones de su comunidad, plasmando grecas representativas como árboles de la vida, aguacate, maíz, yoloxóchitl –flor de corazón–, los cuatro puntos cardinales y rosas de Castilla.
A su vez, la artesana María Jiménez comentó que uno de los desafíos que enfrenta en su taller familiar es la industrialización del bordado en la ciudad, ya que lo que ellos hacen manualmente o en una máquina de pedal con un tiempo de producción aproximado de tres a cinco días, en las ciudades se replican industrialmente con tiempos de producción acelerados y costos significativamente menores.
Fotografías: Cortesía de Francisco Segura / Secretaría de Cultura
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